Adios palmera, adios
Cuando hace unos años nos compramos la casa donde vivimos ahora, lo que más nos llamaba la atención era una palmera preciosa que hay a la entrada. Un pedazo de palmera que abriga nuestro patio de las miradas indiscretas de las casas que están por encima de la nuestra.
Un árbol que fue plantado ahí por los dueños anteriores y que ahora mismo debe tener entre 25 y 30 años; es de esas enormes que cuando vas por la calle se ve de lejos, que hace que mientras te vas acercando piensas con orgullo: ¡mira, esa palmera es la nuestra!
Eso lo debió también de pensar un bichito desagradable que se ha convertido en una auténtica plaga desde hace varios años. Es un animalito que viene desde Egipto, y que ha ido infectando las palmeras de la costa poco a poco. Se trata de el escarabajo picudo rojo, que llega volando, pone sus huevos en la copa de la palmera, y cuando eclosionan salen unos gusanos blancos que van comiendo el palmito (lo más tierno de la palmera) hasta acabar por matar el árbol.
El pasado viernes por la tarde nos dieron la desagradable noticia de que nuestra palmera está infectada y que no hay remedio para salvarla. Mañana vendrán del ayuntamiento (parques y jardines) a talarla.
Tenemos un disgusto tremendo, una tristeza que no se puede expresar. Un árbol tan bonito, tan grande y tan fuerte vencido por un bichito que no mide más de 2'5 cm.