jueves, 9 de diciembre de 2004

A Belén Pastores

Debió ser hacia finales de los setenta, y hacía año y medio que mis tíos se habían mudado a España. Evidentemente no dominaban el idioma, y chapurreaban el español como podían. Su hijo pequeño por entonces tenía casi dos años e iba a la guardería. Se acercaban las vacaciones de Navidad, y como es costumbre aquí, a todos los niños se les dijo de qué tenían que venir disfrazados para la fiesta del colegio, y a mi primo le tocó de pastor. Muy corriente, verdad, y eso que era guapísimo y tenía carita de angel rubito precioso, pero no, le tocó de pastor.
Mi tía extrañada, se puso a diseñar el disfraz y se recorrió media ciudad en busca de los complementos que hacían falta para que fuera de lo más creíble.

El día de la función mi primo iba precioso, de lo más guapo, ¡parecía auténtico! Le hicieron fotos en su casa, y después se fueron a la fiesta del colegio. Cuando llegaron y vieron como iban los demás niños, ya intuían que algo no estaba bien, y que no habían entendido de qué tenía que ir el niño disfrazado. En holandés, "pastor" significa " cura o sacerdote", ¡y al niño le habían hecho un disfraz de religioso! las profesoras estuvieron descojonadas de risa durante un buen rato, y los demás padres tampoco se podían aguantar la risa, ¡a ver! Mis tíos se lo tomaron con mucho humor, y evidentemente mi primo era demasiado pequeño para enterarse del ridículo que estaba haciendo en la función del colegio.

Esta anécdota la recordamos todos las Navidades en mi familia, ya es todo un clásico: nos coñamos de mi primo y de mi tía durante un rato, y es que no es para menos. Incluso sacamos la famosa foto del niño vestido de cura.
Las señoritas del cole todavía se deben acordar del día que un niño guiri vino disfrazado de sacerdote y no de pastor.

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