jueves, 30 de diciembre de 2004

El maldito maremoto

Supongo que como todos, estoy todavía consternada y sobrecogida ante la gran tragedia del terrible terremoto y sus olas gigantes en el sudeste de Asia. Las horribles imágenes de la destrucción total son peores de los que nos podíamos imaginar, y si hubieran salido en una película hubieramos dicho que eran demasiado exagerados. Una vez más la realidad supera con creces la ficción.

Pero lo que más me duele, es que entre esos más de 100.000 muertos (por dios, 100.000 muertos!!!) hay como siempre muertos de primera y de segunda clase. ¿Por qué nos impactan más los 4.000 muertos occidentales que los asiáticos? ¿Acaso sus vidas valen más que la de los otros? Si, nos ponemos en la piel de los occidentales porque podíamos haber sido nosotros los que estábamos de vacaciones en esos paraisos, ¿pero las vidas de la gente autóctona vale acaso menos? Las imágenes e historias de niños rubitos perdidos por los hospitales en busca de sus padres son horribles, ¿pero dónde están los niños indoneses buscando a sus padres, hermanos y demás familiares? Ellos sí que lo han perdido absolutamente todo: sus familias, sus casas, su medio de vida. Todo.

Yo soy la primera que se asustó y se preocupó por enterarse si unos amigos nuestros que viven en Sri Lanka, concretamente en Colombo, estaban todos bien. Es lógico, siempre miras primero por los tuyos. Afortunadamente estaban todos bien. Él es funcionario del ACNUR ahí. En cuanto me cuenta algo sobre esta tragedia, lo pondré aquí.

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