lunes, 30 de octubre de 2006

El hundimiento


Ayer vi “El Hundimiento”, película sobre los últimos días de vida de Hitler. Me daba mucha cosa verla, ya que no soy muy aficionada al cine bélico, pero esta es distinta; se ven combates pero la mayor parte tiene lugar en el bunker donde el Führer se ha atrincherado con su séquito. Una de las secretarias que compartió encierro con Hitler en el búnker de la cancillería es la encargada de narrar cómo fueron esos últimos días mientras los rusos bombardeaban Berlín. De hecho sale hablando en un documental antes y después de la película, siendo ya una anciana.

Nos enseña con gran realismo las últimas horas de este fanático. Un Hitler que se siente traicionado, vencido, al borde de la locura, habiendo perdido el control y que se cuestiona en su búnker cómo quitarse la vida, esa vida a la que él ha demostrado tener tan poco respeto. De hecho todos los personajes que le acompañan en sus últimos días especulan con la vida y la muerte, el suicidio, etc. Pero también nos deja ver a un viejo encorvado con temblores en la mano al que todos llaman cariñosamente Mein Fürher y que es capaz de combinar cierta amabilidad y ternura familiar con la gente que tiene cerca, con el desprecio total por la población civil y la planificación industrial de asesinatos y torturas.
Es una versión distinta de la guerra, esta vez contada desde el bando alemán y no desde el punto de vista de los aliados.
Especialmente espeluznante y estremecedora es la mujer de Goebbels, que antes de dejar vivos a sus 6 hijos pequeños en un mundo sin el nacional socialismo por el que ella ha luchado, pefiere matarlos durmiéndoles con un somnífero, y luego matándolos uno por uno a sangre fría metiéndoles una cápsula de veneno en la boca.

De un gran valor histórico, creo que se debería exhibir en los colegios a todos esos chaveles que se autodenominan “nazis”, para que vean el tipo fanático y monstruoso que era Hitler. Esta, y por supuesto otra que es la Lista de Schindler.

3 comentarios:

Binche dijo...

Ararat, la interpretación es bárbara, magnífica.
Yo no he leído el libro, no me apetece nada, pero entiendo lo que dice tu amigo.
A mi no me mola para nada toda la parafernalia nazi. Le tengo repelús a todo lo alemán en general. ¿Sabes lo que me dijo mi marido cuando estuvimos este verano en Holanda? Que después de 60 años de finalizar la II Guerra Mundial aún se notaba la hostilidad de los holandeses con los alemanes.

Besos

Anónimo dijo...

Binche, es muy probable que desde España se vea diferente ya que por suerte no sufrimos el nazismo, pasamos una dictadura que era más nacional ultracatólica que fascista o nazi.
No te pierdes nada por no leer el libro, pero es útil para entender un poco el ideario de Hitler y lo que ocurrió.

Estuve poco tiempo en Holanda, para mi desgracia, y no puede notar ese sentimiento hacia los alemanes, pero como pienso volver ya lo comprobaré, igual me presento a todo el mundo diciendo que me llamo Adolf y que soy alemán :P
Besoss

Anónimo dijo...

Más duros eran los documentales sobre el holocausto y narraciones de supervivientes y torturados que nos pusieron en el colegio con doce años. Documentales de guerras entre otras cosas. Jamás se me va a olvidar la imagen de esas criaturas que parecían esqueletos andantes, y los miles y miles de zapatos acumulados. Son más efectivos los documentales, las películas aunque sean lo más veraces posibles, son ficción.

Besos y un abrazo sordo.