martes, 1 de febrero de 2005

Todo un Machote

Ayer por la mañana sonó el teléfono. Eso no tendría nada de raro si no fuera porque era la profesora de mi Peque. En cuanto se identificó supe que algo no iba bien. Efectivamente: el niño (4 añitos) se había caído en el recreo de una atracción por donde escalan los niños, y en su caído se había golpeado el labio haciéndose una brecha considerable. Me informó que lo llevaban a una clínica y que me esperaban ahí.

Cuando llegué, ya estaban cosiendo al niño, y tuvimos que quedarnos fuera la profe y yo. Me explicó con pelos y señales todo lo que había pasado (simple mala suerte) y que el niño había sangrado mucho. Le habían lavado y vieron que necesitaban puntos por dentro y por fuera del labio. Me recalcó que el niño había sido muy bueno, casi no había llorado con el golpe y se había dejado limpiar bien la herida. A todo esto, nosotras estábamos en la puerta de la consulta donde le estaban cosiendo. Ni un grito, ni una lágrima, nada.
Cuando terminaron de coserle, pudimos pasar y vi a mi niño cubierto de sangre en su Baby, camisa y chaqueta, y con el labio enmendado. Le habían puesto 4 puntos por fuera debajo del labio inferior, y 3 puntos deshechables por dentro de la boca. Por suerte le cosió un cirujano plástico así que cicatriz casi no le va a quedar. El niño fue muy alavado por haber sido tan bueno mientras le pinchaban y cosían, por lo visto no se encuentran con niños tan duros a menudo. Los puntos de fuera había que quitarlos en una semana, y los de dentro se irían soltando sólos.

Hora y pico más tarde, y ya en casa, había que comer. Tocaban espaguetis, su plato favorito. Cuando se puso a comer con cuidado, sí que empezó a llorar, le dolía mucho. Poco a poco fue comiendo, y dejó de llorar. Cuando terminó, le limpié la boquita y el esparadrapo de fuera. Al mirarle dentro de la boca vi que no le quedaba ni un punto! Vi su herida enorme toda abierta de nuevo (evidentemente era demasiado pronto para que ya se hubieran caído solos los puntos), así que sobre la marcha volvimos otra vez al hospital. Ahí seguían de guardia la misma enfermera y médico. Llegamos a la conclusión de que el niño se había comido los puntos con los espaguetis, y que eso le debió doler un montón, de ahí que lloraba. Le volvieron a pinchar la anestesia, y le pusieron otra vez los 3 puntos pero esta vez con hilo normal, del que hay que quitar en una semana. De nuevo fue todo un machote, ni una sola lágrima. Es más duro que una piedra.

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