La tarde de ayer será una tarde que se nos quedará grabada para siempre en nuestras memorias. Por desgracia creo que nunca lo olvidaremos.
Para ser breve, que la historia es larga, pasó esto:
Mi marido estaba abriendo desde la calle la puerta corredera para meter el coche dentro. Mis chicos estaban jugando y esperándole mientras se abría, y mi hijo pequeño salió fuera para contarle a su padre que habían estado jugando a tirarse globos de agua. Mi hijo mayor mientras, recogió todos los trozos de globos rotos que había en el suelo donde se iba a aparcar el coche.
Providencial.
La puerta corredera no funcionó correctamente, y donde tenía que haber frenado, el motor siguió funcionando, descarrilando la puerta (que mide 3 m. de largo y 2 m. de alto y pesa 500 kg) que al no tener ya nada que lo sujetaba ni arriba ni abajo, se desplomó sobre el pobre perro, que estaba justo ahí, y donde segundos antes habían estado jugando los chicos.
Yo estaba dentro de casa, cerca, y oí como la puerta hizo un ruido raro que no debía, oí el estruendo del metal al golpearse sobre el suelo, y el llanto del perro que se había quedado atrapado debajo. Corrí hacia fuera, y entre mi hijo mayor y yo con nuestra adrenalina a tope, conseguimos levantar un poco la puerta (500 kg, recuerda!) lo justo para que el perro pudiera reptar y salir de debajo. Ahí ya fallaron nuestras pocas fuerzas, y al soltar la puerta se me cayó en los dos pies. En estas, mi marido que estaba aparcando dentro, no se había coscado de mucho hasta que no se salió del coche, vio la puerta en el suelo con mis pies debajo, mientras yo gritaba. Levantamos lo justo para sacar mis pies, y esta vez si soltamos la puerta con éxito en el suelo.
Yo corrí como pude detrás del perro para ver como estaba; asustadísimo, pero aparentemente bien, no quería salir de la casa.
Volvimos a salir fuera a ver el desastre, aturdidos y con el susto metido en el cuerpo sobre todo por lo que pudo haber pasado si los niños hubieran estado ahí en vez del perro. Una vecina que oyó el estruendo y los gritos, se acercó corriendo para ver qué había pasado, también echándose las manos a la cabeza por los niños.
Yo, me había sentado y me estaba analizando los pies: el pie izquierdo estaba muy hinchado y peor que el otro, el golpe estaba sobre el dedo gordo y el empeine, mientras que el derecho solo tenía hinchado el dedo gordo. Pero debía ir a urgencias para asegurarme.
La puerta caída en el suelo
Mientras a mi mi cuñada me llevaba al hospital, mi marido llamó a los técnicos de la puerta, echando pestes de lo que había pasado y de la gravedad del asunto. Aseguraron que inmediatamente mandarían alguien (eran las 19:15 de la tarde). LLamó también a la policía por si debían levantar atestado, pero al no haber grandes desgracias no hizo falta. Filmó todo en video e hizo fotos, y cuando vinieron los técnicos y vieron que el fallo fue por el incorrecto funcionamiento de la puerta y una falta de seguridad, pidieron mil disculpas. Cambiaron lo que había que cambiar, y soldaron otro tope de seguridad arriba (que habría evitado este desgraciado accidente) diciendo que iban a mandar circulares entre todos sus clientes para revisar este tipo de puertas mecanizadas ante el grave fallo de diseño de seguridad. Todo fue en un tono correcto y educado, e incluso llamaron a las 22:00 para ver cómo estaba yo, pero qué mínimo, ¿no? La puerta se instaló hace 4 años, no quiero ni pensar en el peligro que hemos podido correr todo este tiempo cada vez que la puerta se abría.
Gracias a dios, no tengo nada roto, solo unas dolorosas contusiones en ambos pies que con reposo y antiinflamatorios en una semana tienen que estar bien. El perro, aparte del susto, no tiene nada, es un milagro. Pero sobre todo es milagroso, que estemos ahora hablando de este incidente como algo grave, pero no mortal. No quiero ni pensar en si se hubiera desplomado sobre mi chico de 7 años, porque entonces ahora estaríamos de duelo.
Por supuesto hemos dado parte a nuestro seguro por los daños ocasionados: una gran maceta rota (que debió amortiguar el golpe antes de que cayera sobre el perro), un gran grieta en el suelo de la entrada de lado a lado, mis pies magullados (evidentemente hay un parte del hospital) y la factura de 220 € que nos intentaron cobrar por cambiarnos la placa del motor de la puerta que falló y que evidentement nosotros no vamos a pagar.
¡El angel de la guarda estuvo con nosotros, gracias a dios!